Zitácuaro - Gastronomia
Ayuntamiento de Zitácuaro, Michoacán, Administración 2024 - 2027.
150019
	          		12
	          		Octubre
	            	2015
Gastronómia del Municipio
- Parte 2
				
La calle del hambre (5 de Mayo)
En la ciudad de Zitácuaro, en la calle 5 de mayo, localizada   entre Hidalgo y Melchor Ocampo, se ponen todos los días, a partir de las 16   horas, puestos que expenden antojitos diversos: tacos al pastor, de cabeza, de   barbacoa; pozole, pambazos, tamales, atole, corundas o tamales de ceniza,   buñuelos, carne azada. Desde hace casi 30 años, en esta calle de Los Antojitos,   los zitacuarenses y visitantes han podido satisfacer su gusto y apetito de   alimentos con gran arraigo popular.
          
Fines de semana y días festivos esta   calle se encuentra saturada, intransitable por comensales que disfrutan de uno o   varios de los antojitos que ahí se expenden. La calle del hambre, como también   se le conoce, ya forma parte de la actividad cotidiana de la ciudad y es parte   de nuestra tradición alimenticia.
Zende, bebida sagrada
"El zende es una bebida que se utiliza en las fiestas   religiosas, en cada una de las comunidades de la zona indígena mazáhua-otomi. Se   prepara a base de maíz; la semilla que se utiliza debe de desgranarse a mano, se   deja en un cajón de 3 a 4 días, se pone a germinar sobre un petate y se tapa con   hojas de tepozán o con hule. Cuando el maíz ha germinado lo retiran de los   cajones y se pone a secar al aire libre, ya seco se muele en metate o en   cualesquier molino eléctrico para producir harina. En un bote de 200 litros, la   harina se pone a hervir con agua durante cuatro horas.
          
"Hecho lo   anterior, se cuela el líquido y se deposita en ollas de barro de 50 litros, se   le agrega chile guajillo... se deja para que se fermente durante tres días, al   final de los cuales ya se puede consumir. El sabor de esta bebida es agridulce.   Si se pretende que fermente más rápido se le puede agregar pulque. El zende es   una bebida que en la antigüedad prehispánica se le conocía como el pulque   sagrado de los grupos o culturas indígenas, que se consumía y ofrecía en honor   al sol.
Conserva, alimento y tradición
En los días de Semana Santa la conserva (fruta en azúcar o   piloncillo) es un alimento, un antojito que se adquiere y consume en cantidades   muy importantes, no comparadas a las de otras épocas del año. Es ya una   tradición la venta de la conserva en la región; son cuatro poblaciones que   comercian con éxito el producto en el oriente michoacano; Tlalpujahua, Cd.   Hidalgo, Tuxpan y Zitácuaro se encargan de prodigarles a los turistas, en forma   abundante, este rico dulce. 
          
El origen de la conserva es relativamente   reciente. Según Don Librado González Rosiles (Comerciante con más de 50 años en   el mercado Melchor Ocampo y principal productor y vendedor de conserva) este   producto tiene su origen en el bonete, fruta silvestre, de diferentes formas,   parecida a la papaya, que se produce en tierra caliente y se cuece con   piloncillo o azúcar. Recuerda el Sr. Librado que en 1935, año que llegó a esta   población, el bonete lo vendían por manos (cinco por 3 centavos) los   tierracalenteños en las calles céntricas de la ciudad. Se consumía en tortas y   lo transportaban en botes alcoholeros o cajas y por separado la miel con la que   se cocía. El mismo Sr. Librado nos menciona que, en aquellos tiempos, a esta   fruta se le llamaba cola, debido a que una figura del bonete se parece a la cola   del macho, que tiene una forma alargada y torcida. Con esta denominación se le   llamó a la conserva, posteriormente, en la región. 
El bonete se   preparaba y se prepara poniéndolo en un bote con agua para que hierva, se le   menea hasta que se pueda pelar, se saca y raspa cuando está caliente,   posteriormente se abre por mitad a lo largo y se le quita con un cuchillo las   semillas; después se pasa a una tina con agua para desflemarlo; se deja cubierto   con agua una noche, se saca y se limpia nuevamente. La preparación del bonete   prosigue; para tal fin es necesario utilizar un caso de cobre, al que se le   cubre el asiento con pedazos de tejamanil para que no se pegue o se queme. La   fruta debe colocarse en una capa hacia arriba y otra hacia abajo, se le pone   agua limpia y se deja hervir por 40 minutos, inmediatamente, poco a poco, se le   pone el piloncillo o azúcar; para que el dulce (piloncillo o azúcar) se le   penetre; debe permanecer hirviendo mínimo 12 horas.
Con este antecedente,   algunos comerciantes que vendían el bonete y que compraban por mayoreo,   empezaron a procesarlo por su cuenta. El Sr. Librado expresa que las personas   que iniciaron esta actividad fueron las señoras Aurelia y Guadalupe, de quienes   no recuerda sus apellidos. Aparte de trabajar el bonete, estas personas, también   lo hicieron con el higo, chilacayote, calabaza y, en algunas ocasiones, con   naranja. En aquel tiempo, de igual forma, destacaba en esta actividad el Sr.   Ignacio Ibarra. Por su parte Don Librado y su esposa, la Sra. Amalia Trejo,   iniciaron la producción de conserva en el año de1945; ellos perfeccionaron la   preparación del bonete al darle una mejor presencia y sabor que el que le daban   los tierracalenteños. Don Librado fue el primero en utilizar el camote para   hacerlo conserva. 
En aquellos tiempos la venta de la conserva no tenía   mayor demanda, únicamente se vendía en la temporada de Semana Santa, el resto   del año era guardada y sacada nuevamente hasta que llegaba de nuevo la fiesta   religiosa. A principios de la década de los cincuenta, Don Librado empieza a   darle un mejor sabor y presentación a la conserva, al utilizar azúcar en vez de   piloncillo y una mayor diversidad de frutas: durazno, camote y tejocote. A   partir de este momento la conserva adquiere mayor demanda, por lo que ya no   únicamente se vende en Semana Santa, sino durante todo el año. Para los años de   los setenta son más las personas que producen y venden la conserva; a partir de   esta década se empezó a generalizar su consumo entre los habitantes de la región   y los turistas que visitaban la ciudad. Después de estos años la conserva logró   su consolidación; se convirtió, para los zitacuarenses, en un producto muy   propio, que adquirió patente en este municipio y que podía regalarse a   familiares o amistades radicadas en cualesquier lugar del país. También muchos   visitantes empezaron a comprar este apetitoso y rico dulce.
Don Librado   producía, no solamente para cubrir sus propias necesidades, sino para vender por   mayoreo a quienes lo hacían aquí mismo o a personas que se desplazan a   Tlalpujahua a comercializar la conserva en Semana Santa y en la fiesta de la   Virgen del Carmen. 
El Sr. Librado, que se convirtió en un experto en la   elaboración de la conserva, también vendía su producto a personas provenientes   de El Oro y Contepec. Con orgullo nos manifiesta que muchas personas vienen o   mandan comprar conserva desde la Cd. de Morelia. Se puede decir que Don Librado   es el principal exponente de la producción y venta de la conserva, él siempre se   ha preocupado por darle un sabor y una presentación de mayor relevancia. A su   iniciativa se debe que este producto lo venda en ollas que antes compraba en   Quiroga, pero que ahora las manda hacer en San Felipe Los Alzati con la leyenda   de Zitácuaro, Mich. 
Ahora, Don Librado, junto con la Sra. Ofelia Rangel   y María Maya, trabajan y venden la conserva todo el año, hay personas que   producen o compran para vender únicamente en esta temporada; en la ciudad lo   hacen en la calle Hidalgo, entre 5 de Mayo y Dr. Emilio García. 
Con   emoción, Don Librado nos habla que durante la década de los ochenta y parte de   los noventa, en la época de Semana Santa, muchos de los turistas que visitaban   el mercado consumían tortas de conserva. Ahora, refiere, que esta costumbre está   disminuyendo. Aun así, considera que en la actualidad este producto se sigue   vendiendo muy bien. Manifiesta que esperan con ansia las vacaciones y puentes,   cualesquiera que estos sean, la llegada de la mariposa monarca y en forma   especial la Semana Santa, porque es en estos períodos cuando se desplaza la   conserva en cantidades mayores.
Nos cuenta una anécdota: Dice Don Librado   que hace algunos años, por lo general cada quince días, una persona le visitaba   para comprarle de cuatro a cinco kilos de conserva. Tal constancia le llamó la   atención y le preguntó qué en dónde vendía la conserva, el individuo cuestionado   le respondió que no la quería para vender, sino para llevársela a Don Fidel   Velázquez, Secretario General de la Central de Trabajadores de México (CTM). 
