Zitácuaro - Historia

Ayuntamiento de Zitácuaro, Michoacán, Administración 2021 - 2024.

 

160056
14
Marzo
2016

Incendios

  • Parte 3

 

Incendios

 

M.C.D. Miguel Ángel Avilés T.

CONSERVAR LA MEMORIA

 

Figuras de porcelana que representan tipos de vestidura Mexicana popular. Siglo XIX.
Pintura que representa a mujeres mexicanas como las que establecieron relaciones afectivas con algunos voluntarios belgas que se quedaron a vivir en México.

 

El número de versiones de cualquier historia es igual al número de sus protagonistas, y sólo mediante su comparación, es como podemos vislumbrar las razones, las causas y el porqué de lo que en realidad sucedió; aunque siempre quedara en el aire, el factor inexplicable de la conducta humana.

La inexplicable crueldad.- En el caso de la efeméride del 15 de abril, lo primero que llama la atención es la saña con la que las tropas imperiales cumplieron la orden de castigar a la indomable villa, podría entenderse el odio de los soldados mexicanos al servicio del imperio, por que al fin y al cabo la contienda que empezó con la guerra de reforma y derivó en la intervención francesa, llevaba muchos años, en los que como en cualquier guerra civil, mejor dicho incivil, ambos bandos cometieron por igual actos de barbarie. ¿Pero porqué la conducta tan desproporcionadamente cruel por parte de los belgas? Si esta era la primera acción bélica en la que tomaban parte. La única explicación lógica es el miedo, trataron de demostrar una fuerza que no tenían, y el miedo los llevó as ser crueles.

Y es que el Batallón de la Emperatriz no era una fuerza de elite como lo era La Legión Extranjera Francesa, o el contingente austriaco encargado de la custodia del emperador. No, era un contingente formado casi a escondidas por el Emperador Leopoldo, para justificar la influencia que en algún momento podría llegar a tener la nación belga en caso de que el imperio mexicano lograra consolidarse. Su tropa estaba formada como ya se dijo por artesanos, campesinos, comerciantes y hasta menores de edad que habían sido engañados con la idea de que su permanencia en México seria una fiesta, en donde ellos serian y esto no es broma, los chambelanes que bailarían con las lindas mexicanas partidarias del imperio, que las hubo.

En cuanto a los oficiales pensaron que el formar parte de éste cuerpo les serviría de experiencia militar y para avanzar en el escalafón militar, lo que tampoco lograron, ya que por ejemplo, aunque Van der Smissen fue nombrado gobernador militar de Michoacán en el mes de marzo, (fue en su trayecto hacia Morelia cuando los belgas incendiaron Zitácuaro) la presencia e importancia numérica de las fuerzas liberales que surgieron en Michoacán a raíz del triunfo de las tropas republicanas en Oaxaca, mostraron la imposibilidad de dejar al estado bajó la custodia de los belgas y estos sólo permanecieron en él , ayudando al ejercito imperial, bajo las ordenes del coronel francés Conde de Portier. Para su mayor malestar, el 3 de agosto de ese año el general mexicano Méndez fue quien recibió el nombramiento de comandante militar del estado; lo que trajo la inconformidad de los belgas, quienes estuvieron a punto de rebelarse, dado el desprecio que sentían por los militares mexicanos.

Desde du perspectiva los soldados mexicanos representaban el inverso del ideal que ellos pretendían encarnar. Carecían de los valores que atribuían a su ejército, tales como el valor, la lealtad y el respeto por la jerarquía. Ellos decían servir "y defender a la hija de su rey", los mexicanos eran considerados en cambio mercenarios y oportunistas, dispuestos a "servir hoy a Pablo, mañana a Pedro, en tanto tengan su paga con uno y con otros" En el ejercito republicano todo les parecía indigno, desde el reclutamiento por leva, que hacia de todo soldado un posible desertor, hasta los ascensos fulminantes.

La presencia de mujeres entre sus filas (precursoras de las "adelitas" revolucionarias) provocaba extrañeza, veían con horror como estas, a las que denominaban "zopilotes con faldas", caían en el campo de batalla y en un cerrar de ojos desvalijan a los muertos.

La única virtud que reconocían a los soldados mexicanos era su capacidad para marchar: "como alcanzar a esta gente que marcha cada día doce o quince leguas a pie, que se acuesta sobre el suelo y que no tiene necesidad más que de dos piedras para moler el maíz y una placa de hierro para cocerlo".

 

Victorioso jinete chinaco arrolla a un militar.

 

La campaña de pesadilla.- Si la campaña de pacificación de Michoacán fue un desastre para los belgas, la de la pacificación del noroeste de México fue una pesadilla. El 28 de enero de 1866 se pusieron en camino rumbo a Monterrey, a donde llegaron después de casi dos meses de fatigosas marchas para colaborar en esa tarea con la Legión Extranjera Francesa al mando del general Douay.

Las crónicas relatan que después de pasar por la ciudad de San Luis Potosí, el trayecto se hacia monótono y fatigoso, siempre existía el peligro real de las bandas republicana y de "los indios bravos" y la amenaza de la disentería y de la fiebre amarilla. En su permanencia en la plaza no pasó nada importante, veían pasar la vida tranquilamente y se dedicaban a organizar paseos a caballo. El 27 de mayo pidieron permiso de evacuar la ciudad y al demorar este, se presentó un conato de motín, por lo que a finales de junio Maximiliano decreto su disolución, según éste los soldados reclutados por 6 años, cumplirían su servicio en el ejercito imperial como parte del Batallón de Cazadores de la Emperatriz.

Los oficiales en cambio tendrían la opción de formar parte también de este batallón o bien de licenciarse. El 26 de julio después de la derrota de las fuerzas imperiales en Matamoros, abandonaron la plaza con rumbo al sur. Ahí se les impartio la orden de salvaguardar la región de Tula, donde permanecieron en una situación desesperada y sin recurso hasta mediados de noviembre, prevalecía la más absoluta miseria y ni siquiera podían recurrir a la caza.

 


Fotografía del año 1889 que muestra al Coronel Carlos Castillo, uno de los guerrilleros denominados "chinacos", que en la región de Zitácuaro se enfrentaron al ejército del Emperador Maximiliano. (Zitácuaro. Memoria Fotográfica .Tomo II. Duarte Soto Crispín).

 

Posteriormente los cerca de ochocientos antiguos voluntarios belgas y austriacos que habían decidido permanecer leales al emperador, así como algunos soldados de la Legión Extranjera, recibieron órdenes de participar en la defensa de la capital del país, donde a mediados de julio depusieron las armas ante el General Porfirio Díaz.

El gobierno belga se mostro indiferente con la suerte de los antiguos voluntarios. Su representante en México debió hacer frente a las demandas de protección sin instrucciones y recursos y sólo logró embarcarlos hasta septiembre en uno de los barcos de la Compaña Naviera Trasatlántica. Derrotados y en harapos "pobres como Job" sufrirían en su tierra natal la última decepción. Las autoridades del puerto de Amberes donde desembarcaron el 1 de abril, habían recibido la orden de prohibir el desfile del cuerpo. La tropa debió dispersarse en silencio.

La suerte de los prisioneros. La suerte de los voluntarios que quedaron varados en México, fue muy variable, pero en ninguno de los casos fue buena.

Es interesante conocer como la pasaron los caídos prisioneros después de la batalla de Tacámbaro, antes de ser canjeados. Por un lado, no deseaban volver a la vida militar y habían declarado estar "absolutamente contentos con nuestra nueva forma de vida". Durante ocho meses gozaron de libertad y retornaron a la vida civil. A fin de procurarse alimentos, ejercieron sus antiguos oficios como sastres, zapateros o herreros. Un par de tipógrafos colaboraron con el periódico La República y los expertos en pólvora confeccionaron cartuchos para el enemigo. Otros ofrecieron todas clases de servicios a cambio de casa y sustento; enseñaban francés o dibujo, incluso aseguraba Loomans "hacían de manera admirable de niñera y llevaban a bañar al río a tres espantosos críos indígenas" Algunos más se trasladaron a trabajar a los ranchos vecinos. Hubo quienes recurrieron a la mendicidad o se mantuvieron de la caza. Por otra parte los oficiales habían perdido la escasa autoridad que tenían frente a la tropa. Esta desaprobaba que hubieran acaparado la casi totalidad de los magro recursos envidos por la emperatriz. Asimismo los hacían responsables de la miseria de los últimos meses de cautiverio, cuando la libertad de que gozaban había sido restringida a consecuencia del intento de fuga de algunos oficiales.

El fin de la Aventura.- Los protagonistas de esta historia no han caído en el olvido, pero su recuerdo sigue difuminándose. El 20 de abril de 1868 el gobierno del estado de Michoacán, encabezado por don Justo Mendoza, otorgó a Zitácuaro el titulo de HEROICA por los distinguidos servicios que prestaron sus vecinos durante la última guerra de independencia y ordena que se erijera un monumento a ella en la plaza principal y cuatro túmulos a la memoria de los "chinacos": Crescencio Morales, Nicolás Romero, Francisco Serrato y Donaciano Ojeda. . Hasta la fecha no se ha cumplido con ese mandato. Aunque su nombre se le dio a 4 tenencias del municipio, a diversas calles de la ciudad y a varias escuelas.

Los voluntarios belgas corrieron con igual suerte, no hay un monumento que de cuenta de su actuación en México, sin embargo fueron recordados por primera vez de manera oficial en ocasión de la Exposición Universal de 1910 celebrada en Bruselas. En el Museo Real del ejército belga existe la sección Expedición de México 1864-1867 donde se exponen uniformes, armas, condecoraciones y fotografías de la expedición

Y aunque se puede argumentar sobre la justicia o no de la intervención en estos acontecimientos de ambos protagonistas, la verdad es que ellos lucharon por sus sueños, y los sueños, sueños son, aunque a veces a estos son profanados por "los vivos", como sucedió con un profesor de Tacámbaro que se "fusilo" el trabajo de la Dra. Laura O' Dogherty Madrazo, lo presumió como si fuera de él y anda por ahí, tan campante. Lo escribo para que no se me acuse del mismo delito.

Y colorín colorado, la historia de estos ingenuos ha terminado.